El cooperativismo, celebración y forma de vida

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11 diciembre, 2012
sursiendo

Sursiendo hilos sueltos

2012 ha sido un año cargado de etiquetas: bisiesto según el calendario gregoriano, dragón según el calendario chino, fin de una era (y entrada en un nuevo Baktún) según el calendario maya y entre otras muchas, bajo el lema las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor, ha sido declarado por la ONU como el año internacional de las cooperativas.

Es la primera vez en la historia que el bueno del superorganismo internacional decide realizar esta acción y según sus propias palabras con ella busca “fomentar el crecimiento y la creación de cooperativas en todo el mundo y reconocer las acciones de las cooperativas para contribuir a alcanzar los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, como los objetivos de desarrollo del Milenio”. De este modo, la entidad se ha hecho eco de aquella parte de la comunidad internacional que entiende que “las cooperativas mejoran la economía y la vida de las personas, resisten a las crisis económicas y son una forma seria de crear empleos en todos los sectores”. Para nosotræs estas definiciones tienen gusto a poco. Sin embargo, a pesar de haber sido una efeméride creada por una institución que se aleja (cada vez más) de las iniciativas y propuestas de las poblaciones a las que quiere representar (no se si el esquema les suena repetido de otras instituciones), a lo largo del año se han realizado infinidad de actividades relacionadas con este tema y en las que, cooperativas de toda la vida, han dado a conocer un trabajo cotidiano que encierra en sí mismo, una filosofía de vida basada en el compartir.

Para nosotræs lo importante es (re)encontrarnos con aquellas propuestas (re)apropiadas de las bases y entusiasmarnos con los millones de personas que apuestan por un sistema económico integral. Hacia allí vamos…

Se ha hecho mucho énfasis en la necesidad de las cooperativas para “hacer frente a la crisis” sin tomar en cuenta que en la actualidad coexisten diversas crisis (económica, sí, pero también ecológica, cultural, social, espiritual, etc). Para el presidente de la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado “la economía social es la solución para no repetir los errores de la crisis” por eso, reconocer el rol de integralidad que han propiciado las cooperativas desde su nacimiento nos parece fundamental.

Las cooperativas están y han estado profundamente arraigadas a las comunidades locales en las que se desarrollan y se han preocupado no solo por la generación de autoempleo (basado en un concepto de gestión sin orientación al lucro con lo cual, uno de los propósitos de este sistema es eliminar la explotación de las personas por las personas o empresas dedicadas a obtener ganancias) sino sobre todo por tener un papel propositivo en la movilización de actividades sociales (e ideológicas) para el desarrollo de la propia comunidad en la que están insertas. El cooperativismo se ha pensado a sí mismo como una manera de generar procesos democráticos y autonómicos en la comunidad en la que se inscribe.

Læs compañeræs de @lasindias realizan un muy completo repaso a la historia del movimiento cooperativo encontrando sus raíces en prácticas más antiguas a su surgimiento como tal: “El cooperativismo, en tanto que práctica social del procomún productivo, precede pues en mucho a sus teorizaciones”. Allá por 1844 se vio nacer la primera cooperativa, la Rochdale Society of Equitable Pioneers. Sin embargo “hoy resulta evidente por la documentación disponible que el cooperativismo agrario y de producción son el resultado de la evolución de las tierras comunales y los artes dedicados a la pesca que existían desde la Edad Media en amplias regiones del Sur de Europa”.

De ese modo nuestra definición de procomún presenta características necesarias relacionadas con los modelos de gestión que hoy queremos homenajear más explícitamente. “Como decíamos al definir a los bienes comunes, son procesos de vida social y cultura política que necesitan ser ejercidos en comunidad. Construcciones horizontales que nos permiten aprender de læs demás. Nos resitúan en un ámbito humanitario de libertad autonómica, conectados con valores democráticos y con nuestra propia creatividad al unir lo político y lo económico con la ética y la comunitariedad”.

Los principios cooperativos se fundamentan a su vez en valores éticos de responsabilidad compartida: ayuda mutua, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Es por eso que la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), reconoce entre sus principios:

1. Libre adhesión: Significa que la cooperativa debe tener sus puertas abiertas para admitir socios y el interesado es libre para solicitar su admisión a ella cumpliendo ciertas condiciones ya previstas legalmente.
2. Control democrático: La administración de las cooperativas las hacen los propios socios, los cuales, reunidos democráticamente en asamblea general, eligen por votación a quienes van a formar la junta directiva.
3. Gestión de los administradores: Debe sujetarse a lo que manden los estatutos de la cooperativa. Los asociados pueden supervisar la actuación de los directivos a través de delegados que integran los distintos órganos de administración.
4. Educación cooperativa: Las personas asociadas tienen el deber de prepararse social y profesionalmente para desarrollar eficazmente los compromisos asumidos como socios.
5. Reparto igualitario de excedentes: Los excedentes o sobrantes, provenientes de operaciones realizadas por la asociación cooperativa pertenecen a los asociados y deben distribuirse de tal manera que se evite ganancias de un asociado en detrimento a otro.
6. Integración cooperativa: Los participantes de una cooperativa deben estar integrados, lo que quiere decir, que deben componer un todo de sus partes.
7. Preocupación por la comunidad: Una cooperativa es una organización social vinculada directamente con la comunidad que la rodea y en la cual posee una participación activa dentro de la vida política de la misma.

Esta profunda creencia en la horizontalidad fue lo que inspiró sus símbolos más reconocidos: los pinos gemelos y la bandera multicolor. En ellos se representa por un lado la vida en la naturaleza y la eternidad (dos concepciones que claramente no están representadas dentro de este sistema económico atomizante y antropocéntrico que tira siempre pa’lante). Por el otro está su bandera con los siete colores del arco iris, en franjas horizontales, “que simbolizan su carácter universal y pluralista, a través de los que los hombres de todos los credos e ideas se unen para trabajar por el bienestar general”.

Una cooperativa se propone entonces como una asociación autónoma en la que las personas se juntan para buscar caminos de hacer y satisfacer necesidades económicas, sociales y culturales comunes. De esa manera cada quien asume un rol protagónico y autogestivo en el rumbo trazado hacia esos objetivos. La gestión cooperativa requiere de una estructura de trabajo horizontal que respete las individualidades y cree comunidades. Una cooperativa es, por definición, democrática. Puesto que el término parece necesitar un saneamiento en la práctica (y hay muchos pasos dados hacia ello), es importante hacer aquí una aclaración: las cooperativas son del tipo de democracias directas y de autogobierno en las que cada unæ de sus integrantes decide qué parte de su libertad cede al colectivo para la convivencia armónica del mismo. De ese modo dentro de las estructuras cooperativas cada sociæ tiene voz y voto y los objetivos que deben alcanzar dependerán de las necesidades de læs propiæs asociadæs.

Si bien en sus comienzos el movimiento albergó sobre todo la creación de cooperativas manufactureras, en la actualidad el espíritu y prácticas cooperativista inundaron diversos sectores. Hoy encontramos cooperativas de producción y de trabajo (como Cyclos); de ahorro y crédito (como la COOP57) ; de consumidores y productores; agrarias, de vivienda, transporte y turismo; de artes (como la cooperativa de fotografos SubLa calle de los títeres o la Cooperativa de animadores de Rosario) y artesanos (como La Flor de Xochistlahuaca); de comunicación (por nombrar solo algunas están Freepress, LaVaca o Pandora Mirabilia) y de software libre (como la GCoop); incluso cooperativas de enseñanza o farmacéuticas… y la lista sigue.

De todas ellas las que más nos gustan son aquellas asociaciones cooperativas que mezclan procesos, lenguajes y éticas diversas… Con Las Indias, por ejemplo, compartimos su remezcla de ética hacker y cooperativismo quizás por aquello de que: “sólo desde la ética hacker puede levantarse un nuevo cooperativismo que enfrente de forma efectiva la descomposición social, de autonomía a las personas y soberanía a las comunidades (…) para el hacker su libertad está por encima de todo y es una libertad ‘para hacer’. Sea para crear software libre o para desarrollar herramientas agrícolas”.

Las comunidades del software libre reconocen en la cooperación y la responsabilidad como los principios básicos de su existencia. Y sobre ellos caminan creando, recreando y liberando el conocimiento generado en su interior.

Hay en el mundo, miles de ejemplos de cooperativas, cooperativistas y cooperativismo. Muchas creadas y organizadas de acuerdo a aquellos lineamientos; otros proyectos que sin declararlo, lo son. La mayoría de todas ellas generan modelos que no son moldes, que no buscan ser replicables a gran escala sino que pretenden crear formas que se acomoden a los contextos en los que se desarrollan. Buscan, tanto como lo buscan las recreaciones actuales del procomún, generar espacios de gestión modestos e integrales. “El estudio detallado de la gestión del procomún nos muestra cómo su supervivencia depende de pactos, mecanismos de gobernanza y la habilidad de detectar y respetar las diferentes esferas de valor que emergen del procomún. De equilibrar los intereses de la comunidad y las necesidades de los diferentes recursos. Esto no conduce a la explotación más lucrativa de los recursos, pero si a la más sostenible en el tiempo”.

De las tierras comunales y su gestión común, pasando por su cercamiento para ver nacer a las asociaciones cooperativas, parece que hoy quisiéramos recobrar parte de ese espíritu cooperativo medieval y hacer posibles, de ese modo, las realidades en las que queremos vivir. Del procomún a la cooperación ida y regreso y vuelta a salir.

Quisiéramos acabar con un corto realizado por la Cooperativa de Software Libre Gcoop. El vídeo nos gusta por su sencillez y porque hace lo que más nos gusta: ¡mezclar! Así que en él encontraremos nociones de autoría, patentes, intercambio, espacios públicos, y por supuesto software libre y trabajo cooperativo. ¡Vualá!

 

@SurSiendo