Alborotar el avispero con acciones P2P

derechos digitales colectivos
30 abril, 2013
sursiendo

Sursiendo hilos sueltos

Imagen CC perteneciente a Torley http://www.flickr.com/photos/torley/7838903212/sizes/m/in/photostream/
Imagen CC perteneciente a Torley

Sobre algunas experiencias en procesos colaborativos, políticos y culturales

Vivimos tiempos híbridos atravesados por múltiples formatos, lenguajes, sonidos, colores, sabores. En este contexto siguen existiendo viejos y nuevos mundos (nacidos y por nacer) que necesitan dialogar. Sin embargo sentarse uno frente al otro puede ser de lo más incómodo: las viejas estructuras no vivieron una época en la que se les enseñó a escuchar (muchas veces tampoco quisieron aprender por su cuenta) mientras que las nuevas morfologías hablan sin parar con palabras que no aparecen en ningún diccionario (pero sí en la Wikipedia, claro). También hablan con valores y discursos de otros tiempos, ¿seremos los nuevos mundos quienes ahora podamos decir que el tiempo pasado fue mejor? Pero no este pasado inmediato, sino uno anterior, muy anterior. Ese en el que las sociedades aún vivían con confianza, cooperación, empatía. Quizás sean estas diferencias las que la más de las veces provoca no-diálogos.

Un buen ejemplo de las viejas estructuras son las leyes actuales: diseñadas para ser poco horizontales, participativas y colaborativas con pequeños reductos de personas que deciden (y sancionan) qué haremos el conjunto de las demás personas. Las mismas que suelen responder a intereses particulares y privilegios sociales.

Sin embargo en muchos espacios leemos cómo está naciendo una democracia en red más abierta y plural y aunque el camino recién inicie hay gentes que ya están poniendo los ingredientes y sazonando lo que comeremos en un futuro (queremos creer) no muy lejano.

En Chiapas (particularmente aquí) todo este mundo de posibilidades que se mezcla nos contradice y sacude con una gran contundencia. Hubo dos sucesos recientes que nos sentaron a la mesa de decidir colectivamente si valía la pena entrarle a algunos procesos legales: por un lado, desde la sociedad civil se autoconvocó a la elaboración de una iniciativa de ley ciudadana para conseguir democratizar internet en el Estado (una propuesta botton-up, o sea de abajo hacia arriba); por el otro se lanzó una convocatoria desde el Gobierno del Estado para que la sociedad civil envíe propuestas de modificación a las actuales leyes de Mecenazgo, Patrimonio y Cultura provinciales (una propuesta top-down, o sea, de arriba hacia abajo).

Lo interesante de ambos procesos fueron las formas de abordarlo: para la iniciativa de internet se realizó una convocatoria abierta, se plantearon dinámicas participativas y se autodesignó una comisión de redacción. En apenas unos días se hará la presentación pública de los resultados. En el otro también se intentó un proceso colaborativo que puede verse en el mismo sitio.

avatar-ciudadanos-chiapasEn el hacer rondaron viejas-nuevas preguntas: ¿vale la pena el esfuerzo dedicado a estos menesteres aún cuando sabemos que “allá arriba” no nos harán ni caso? Quisiéramos intentar responder a partir de algunas de las teorías y prácticas experimentadas en otros lugares.

Para Michael Bauwens, por ejemplo, el trabajo ciudadano asociado al del Estado es lo que viene. Él nos habla de un Estado-Socio que no será bueno per se sino que se verá influido por una sociedad que cada vez más transita los caminos del P2P, lo colaborativo, lo compartido, en definitiva los commons. Según su concepción este Estado permite y facilita la creación de valor social por parte de sus ciudadanos mientras que se protege la infraestructura de cooperación que es el conjunto de la sociedad posibilitando así el empoderamiento de sus ciudadanos y ciudadanas. Quizás la forma más visual de entenderlo sería diciendo que el Estado se achicará, el Mercado también y la Ciudadanía crecerá ¿proporcionalmente? Eso no lo sabemos pero es evidente que tenemos que ponernos trabajar en ello o de lo contrario de seguro no sucederá.

En la medida en la que vayamos reapropiándonos de las prácticas colaborativas reclamaremos con mayor fuerza que aquellos que dicen representarnos también posean estas prácticas. Reclamaremos que las autoridades públicas posean la infraestructura de apoyo indispensable para que su ciudadanía pueda aportar valor mediante sus quehaceres P2P, entre pares. Y es que como “al igual que la mano invisible del mercado es un mito, también lo es la mano invisible del procomún”. Atender a los comunes en gran escala implica también estructuras a gran escala. Por eso el involucramiento debe ser cotidiano.

De entre los muchos que se nos pueden ocurrir hay dos peligros a tener presentes: que ese Estado-Socio utilice un lenguaje procomunal pero practique políticas restrictivas y que, habiendo logrado un Estado Socio en el que intervenga activamente la sociedad civil, no lleguemos a caminar más lejos, es decir, a tener una mayor y mejor organización glocal que tienda a aumentar y diversificar los procesos autónomos. En definitiva, que nos acomodemos y en poco tiempo haya que volver a empezar.

Ante todo esto, no vamos a negar que nos cuesta ver a los Estados como entes protectores y promotores de bien común. Para nosotras hace mucho tiempo que dejaron de serlo. Sin embargo quizás haya sido este concepto de Estado-Socio el que hayamos tenido en mente quienes nos encontramos en esas largas reuniones presenciales y virtuales para tratar de “sentar un precedente” de que aquí estamos y queremos y podemos hacer algo por el espacio en el que vivimos, no solo desde los márgenes de lo institucional (donde la mayoría de estas personas nos movemos) sino también interpelando a esas estructuras zombis.

En Argentina, el año pasado en la comunidad de la danza los propios artistas se hicieron cargo y elaboraron la Ley Nacional de Danza para regular su actividad. La experiencia fue larga y cansada pero, por lo que cuentan, provechosa y de aprendizaje. Ya sus voces, en primera persona del plural, llegaron al Congreso.

Ocurren acciones similares en varias partes del mundo: Fora do Eixo, es una red colaborativa de más de 70 colectivos de cultura de Brasil que ha transformado el panorama de cultura local y se ha extendido más allá de sus fronteras. En una entrevista a Pablo Capilé, una de las caras más visibles de este movimiento, encontramos muchas frases para creer que sí se puede.

La red ha construido un movimiento cultural con una incidencia directa en las políticas estatales del país y un sistema de trueque de servicios que ha permitido a pequeños colectivos artísticos vivir de su arte y talento (sobre cómo podemos vivir los artistas sin copyright recomendamos un texto del año pasado de Mariana Fossatti). En la entrevista Capilé aclara que si bien el movimiento cultural alternativo venía existiendo y trabajando desde hacía más de 20 años fue “desde la ascensión a la Presidencia de Lula Da Silva, en 2002, que se posibilitó que provincias que antes no tenían espacio en la discusión cultural comenzaran a sentirse protagonistas”.

El estado (¿socio?) se abrió a nuevas discusiones y espacios, se creó un ambiente favorable para que desde la sociedad civil se elaboraran propuestas de políticas públicas y aclara, además, que “eso, sumado a la posibilidad de un acceso más democrático de Internet, ha propiciado este proceso que estamos viviendo”.

Volvemos al meollo de la importancia de Internet en nuestras vidas porque, aún cuando en lugares como Chiapas, el acceso a este servicio sea extremadamente bajo y centralizado no podemos dejar de admitir que en un futuro próximo la Red se irá extendiendo; además en la actualidad mucha gente en las ciudades y comunidades ya poseen dispositivos que permiten, eventualmente, la conexión. Tenemos que estar ahí, presentes, para definir el futuro y la participación en ese espacio.

En Brasil los colectivos culturales tomaron el control para después poder perderlo por completo ¿Cómo? “No pensamos que tenemos que controlar las cosas. Estamos desarrollando soluciones que combaten la inmovilidad”. En este marco “un Estado abierto y participativo sumado a Internet permitió que entendiésemos la cultura en su sentido antropológico. Es decir que más que pensarnos solamente como lenguajes artísticos, nos pensamos dentro de las disputas de nuevas narrativas sociales”. Para esto se necesita organización y determinación. Se trata de romper dicotomías y crear morfologías híbridas, abiertas, flexibles que en definitiva desafíen las estructuras y sobre todo las sacudan. En sus palabras “vamos a hackear todas las herramientas del capitalismo para usarlas en nuestro favor”.

En el reciente artículo sobre los pasos siguientes para las redes emergentes del Procomún y el P2P la propuesta es comenzar la construcción de tres coaliciones institucionales: una alianza del procomún para fomentar su poder político y civil e influir sobre todos los niveles de la sociedad; filés con las que reforzar una economía al margen del sistema dominante de maximización de ganancias; y una Cámara del Procomún para formalizar una política territorial junto a las condiciones legales e infraestructurales. “Por separado no serían suficientes, pero unidas podrían formar una triada sólida para el propiciar el cambio necesario”, dicen.

Lo importante será crear una ciudadanía fuerte que pueda ejercer presión para descentralizar recursos y herramientas que logren llegar a la mayor cantidad de personas posibles. Recuperar desde la ciudadanía esa pertenencia al todo para exigir al Estado que sea una entidad al servicio de ese todo común. El desafío es asumir nosotras y nosotros mismos las responsabilidades.

De las experiencias en Chiapas quizás no se haya reflejado completamente lo que como sociedad civil propusimos para este proyecto de ley. Pero estamos seguros que si no hubiéramos participado, las resoluciones no habrían tenido ni un matiz relacionado con lo abierto y lo colaborativo. Además ha servido para otras cosas que son las que en definitiva creemos profundamente: crear y sumar sinergias, encontrarnos, aprendernos, recrearnos y proponernos hacer más de lo que nos gusta hacer. Además la idea de hackear al Estado nos resulta seductora. Lo que representa hoy ese Estado (individualismo, capitalismo, copyrigth, restricciones, vigilancia) es algo en vías de extinción, sí y solo sí, estamos involucrados e involucradas con nuestras propias voces. Por eso preferimos construir presente y futuro desde esas sinergias entre pares y aportar un pequeño granito de arena a las estructuras existentes. Estar ahí es importante.

@SurSiendo