Apuntes en torno a las Jornadas Hackfeministas. Hagámoslo juntas (DIT): Mutando Práctica y Teoría

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31 marzo, 2016
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El pasado 9 de marzo de 2016, personas de diferentes espacios, corporalidades y sentipensares, nos reunimos en petit aquelarre en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana- Xochimilco, convocado por las colectivas Acción Directa Autogestiva, Sursiendo Comunicación y Cultura Digital, Feministas Mutantes Reptilianas y el área de Comunicación y Política del Doctorado en Ciencias Sociales, con el objeto de reflexionar de manera crítica y colectiva sobre los repertorios de acción de (ciber)feministas en nuestro contexto, así como el desarrollo de estrategias de seguridad y autodefensa en el continuum online-offline en el que nos situamos como activistas.

A lo largo de casi diez horas de trabajo, la tormenta desatada por el monstruo que es la CDMX (que tumbó árboles, espectaculares y algunos ánimos, desquiciando el tráfico y los horarios), se reflejaba en las diversas posturas de las compañeras que nos invitaban a pensar sobre nuestras genealogías de lucha y resistencia, torciendo las nociones y significados de lo «tecnológico» (es decir, pensarlo más allá que sinónimo de computadores y gadgets), lo hacker y los feminismos. Así, durante la primera parte de estas Jornadas, recordamos y nombramos aquellas mujeres, proyectos y colectivas que han sido fundamentales para el desarrollo de nuestras rebeldías, y que incluyen no sólo científicas, ingenieras, teóricas y desarrolladoras de software-harware, sino también abuelas, madres, hermanas, hijas, amigas y cómplices que en los espacios de la vida cotidiana que nos enseñaron a volar en escoba (Anamhoo, 2016) e hicieron despliegue de su veta hacker como unas auténticas entusiastas que resolvían la vida con los recursos disponibles en sus calendarios y geografías.

Como parte de este recorrido planteamos nuestros temores y amores en torno a la forma en que actualmente vivimos nuestras luchas feministas, sobre todo en estos tiempos de guerra, donde ésta se convierte en un medio privilegiado para la imposición de políticas neoliberales que afectan todos los ámbitos de la vida; generando miedo y desasosiego lo que deviene en un otorgamiento de la capacidad de agencia y organización de grandes sectores de la población hacia el Estado, las grandes corporaciones e instituciones, las cuales paradójicamente, son las mismas que imponen estos regímenes que atentan contra toda forma de vida.

Históricamente, existir como mujeres en este sistema económico, político y social que continúa siendo profundamente racista, clasista y sexista, nos ha puesto en una situación de desventaja y peligro, por lo que hemos diseñado, aprendido y compartido estrategias no sólo para la supervivencia, sino para que ésta sea digna, bella y divertida. En este sentido, una compañera nos invitaba a pensar en los pendientes que nos quedan para hacer frente a las «viejas y nuevas» expresiones del heteropatriacado capitalista que encuentran en espacios como las redes sociales, nuevos derroteros.

Si bien, el uso y apropiación de las tecnologías de la información han sido claves para la emergencia de nuevas redes y maneras de pensar los feminismos, también ha sido necesario idear mecanismos seguros sobre cómo habitamos lo online, ya que éste ámbito no es una «realidad ajena», sino una extensión de nuestras experiencias offline, y por tanto, no están exentas de la reproducción de relaciones de poder y las asimetrías en las que nos sitúan por nuestra condición de sexo-clase-adscipción étnica y que resultan, entre otros fenómenos, en el incremento de los casos de ciberacoso, «porno venganza» y uso comercial de nuestros metadatos en la arena política de la web 2.0.

De igual forma, compartimos la necesidad de pensar(nos) el cuerpo y de tomar conciencia del mismo en tanto campo de batalla. En este sentido se podría considerar el aprendizaje de la autodefensa como un acto indispensable tanto en lo físico como en lo virtual, ya que nuestros cuerpos son herramientas fundamentales para la resistencia, sí, pero también para el goce y la sororidad. Lo que me hace pensar en la vigencia de la pregunta de Spinoza sobre qué puede un cuerpo y de qué afectos son capaces, sobre todo si se reconoce que vivimos en un mundo donde los poderes establecidos tienen interés en comunicarnos afectos tristes, es decir aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar, al administrar y organizar nuestros terrores… ¿Qué sería entonces devenir cuerpos libres? ¿afectarnos de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación? No estamos seguras, pero para ello «amuchamos» nuestros cuerpos, fortaleciéndolos.

En la última parte de las Jornadas, de la mano de Anamhoo y La Jes, pudimos indentificar la manera en que varias de las asistentes tenemos un uso sumamente laxo de las plataformas corporativistas que manejamos en nuestros dispositivos móviles (Twitter, Facebook, Whatsapp, entre otras). Lo que detonó la reflexión sobre la manera en que podríamos manejar el uso de información que todo el tiempo estamos otorgando y que nos pone en una situación de alta vulnerabilidad, incluso sin tomar en cuenta algo tan simple como el pensar que si no queremos que algo se sepa, pues no lo ponemos (La Jes, 2016), como una primera regla para proteger nuestra privacidad, o que, así como se establecen acuerdos de convivencia y trabajo en reuniones y talleres, también los podríamos tener en el manejo de dichas plataformas, lo que no excluye el saber de qué manera funcionan los protocolos de comunicación para identificar herramientas que cubran nuestras necesidades, como sería el cifrado de nuestros correos electrónicos.

Sobre éste último punto, no puedo evitar preguntarme: ¿por qué nos cuesta tanto trabajo usar, por ejemplo, otras redes sociales o servicios de mensajería? Si sabemos que las de uso común, no sólo no nos subsanan nada cuando estamos en situaciones de peligro, ¿qué clase de necesidades están satisfaciendo a costa de nuestra privacidad?, ¿qué hace falta para quitarnos el miedo de apropiarnos de las tecnologías?

Finalmente, y como en invocación, los fuertes vientos que azotaban las ventanas del aula, como cantos de bruja, anunciaron el cierre de las Jornadas. Con los cuerpos cansados pero con los corazones contentos acordamos un nuevo encuentro, y si bien quedaron pendientes temas y preguntas,ése día hicimos honor a la invitación y hackeamos con alegría la institución, los discursos y nuestros temores.

Escrito por Chavela Goldman